Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.” Génesis 5:24

En 1953, Sir Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay se convirtieron en las primeras personas en llegar a la cima del Monte Everest. Fue un logro extraordinario, pero no fue un camino sencillo. Para llegar a esa altura, Hillary y Norgay tuvieron que caminar juntos, enfrentar desafíos extremos y confiar plenamente el uno en el otro. Este ejemplo nos recuerda que caminar al lado de alguien requiere esfuerzo, confianza y una dirección compartida.

Cuando la Biblia dice que Enoc caminó con Dios, no habla solo de un paseo físico. Habla de una relación profunda, constante y obediente con el Creador. Enoc vivió en un mundo lleno de maldad y pecado, pero decidió tomar una dirección diferente. Su vida fue un ejemplo de comunión diaria con Dios, de escuchar Su voz, seguir Su voluntad y permanecer cerca de Él en todo momento.

¿Qué significa andar con Dios?
Significa invitarlo a ser parte de cada aspecto de nuestra vida. Es caminar en fe, como lo hizo Enoc, y reconocer que nuestros pasos están guiados por Él. Andar con Dios implica:

  1. Comunicación constante: Buscarlo en oración y estudiar Su Palabra. Dios nos habla a través de las Escrituras, y cuando respondemos en oración, construimos una relación íntima con Él.
  2. Obediencia: Como dice Amós 3:3: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”. Caminar con Dios requiere que estemos en sintonía con Su voluntad, dejando de lado nuestras propias ideas y confiando en Su plan perfecto.
  3. Confianza en medio de la adversidad: Andar con Dios no significa que la vida será siempre fácil, pero sí que nunca estaremos solos. Él camina a nuestro lado incluso en los momentos más oscuros, como lo promete en Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios.”

Enoc vivió de tal manera que Dios se complació en llevarlo directamente al cielo. Fue una vida marcada por la fe, la obediencia y la comunión constante con el Señor. Esto nos muestra que andar con Dios no solo transforma nuestro presente, sino que también tiene implicaciones eternas.

Hoy, el mundo nos ofrece miles de distracciones que buscan alejarnos de ese caminar con Dios. Pero, al igual que Enoc, podemos decidir seguir una dirección diferente. La Biblia nos invita a “andar como hijos de luz” (Efesios 5:8), viviendo una vida que refleje Su amor, Su verdad y Su propósito.

Caminar con Dios no significa que nunca tropezaremos, pero sí que tendremos Su mano extendida para levantarnos cuando caigamos. Es un llamado a la cercanía, a la intimidad con el Creador, y a experimentar el gozo de Su presencia. No importa dónde estés en tu caminar hoy, Dios te invita a dar un paso más cerca de Él. ¿Aceptas su invitación?

“Enséñame, oh Jehová, tu camino, y andaré en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre.” Salmo 86:11.

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