“Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así”. Génesis 1:24

Recuerdo que una vez mientras caminaba por un bosque cercano a mi casa, vi a una serpiente verde exuberante, con sus ojos claros que me miraron fijamente por varios segundos hasta que se escabulló entre el matorral. Fue algo que me marcó profundamente porque contrariamente a lo que pasa al ver una serpiente, me quedé fascinado por su color, la forma de su cuerpo y por esos ojos claros penetrantes. Sé que para muchas personas las serpientes generan temor, repulsión y hasta una especie de odio. No siempre me he sentido fascinado al ver una serpiente, pero en general me parecen animales maravillosos y llenos de una belleza particular.
Dios creó todos los seres vivientes que vemos en el mundo (Colosenses 1:16). Sí, algunos nos parecen terribles, pero incluso estos cumplen una función en su naturaleza, no en nuestra ciudades atiborradas de personas y desperdicios. Sin embargo, los animales, plantas y los diversos organismos que coexisten con nosotros son una muestra de un Dios creativo, detallista y maravilloso. Es hermoso ver aves con colores brillantes y diversos, observar los grandes félidos, como el león y el tigre, detenerse a contemplar las flores, como las orquídeas, las rosas y tantas más. Es increíble la cantidad de belleza que hay en el mundo, basta con ver un documental sobre el océano, el Amazonas o el Serengueti, ir a un zoológico o simplemente salir a algún lugar verde para ver la hermosura de la mano creadora de Dios.
Dios creó todo lo necesario para la vida en este planeta. Incluso, fue más allá. No había necesidad de tanto detalle, de tanta diversidad, pero allí están, como muestra de su amor. En 6 días, Dios hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo hay en él, la tierra y todo lo que la habita. Finalmente hizo al ser humano y le dio una orden clara: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”, Génesis 1:28. Varias versiones de la Biblia, en vez de decir “sojuzgadla y señoread”, usan las palabras “ejercer control” y “sean jefes” (versión Palabra de Dios para Todos), otras “gobiernen” (versión Dios Habla Hoy).
Lo claro aquí es que Dios no nos dio este mundo para tratarlo de cualquier manera. Hemos hecho un desastre con este planeta, acabando con especies enteras, envenenando ríos y mares, arrasando con selvas y bosques originales. Ni que decir del desperdicio que hacemos de la comida, que sería suficiente para acabar con el hambre. Año tras año, vemos cómo la naturaleza se degrada más por nuestra culpa y parece no importarnos. No obstante, todavía podemos ver maravillas en este mundo desgastado.
Quiero que tengas dos mensajes importantes hoy. Primero, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos y aún más de eso. Parece contradictorio viéndonos en tantas ocasiones con necesidades o escasez. Sería tonto decir que el pobre es pobre porque quiere o que todo se trata de mentalidad. No, hay desigualdades estructurales en nuestro mundo. Sin embargo, podemos tener la seguridad de que Dios puede y quiere brindarnos todo lo necesario para nuestras vidas, hablo tanto de lo material como de lo espiritual. Podemos orar y actuar, confiando en las promesas de un Dios que pudo crear este mundo con todo lo que hay y que puede darnos mucho más allá de lo que pensamos o necesitamos, como lo dice Efesios 3:20-21: “ a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”.
Segundo, tenemos una responsabilidad con este mundo. Debemos cuidarlo y buscar hacer lo mejor para reducir nuestra huella negativa aquí. No porque tengamos la seguridad de una vida futura, significa que podamos hacer cualquier cosa con la naturaleza, no ser conscientes del impacto de nuestros hábitos de consumo, el desperdicio y nuestro aporte al calentamiento global. También, tenemos que alzar la voz y hacer algo por la injusticia social, el hambre, la desigualdad sistemática y prestar atención al que por cualquier razón está en condiciones desfavorables. Es impresionante notar cómo gastamos tanto dinero en ropa, comida que no nos nutre, aparatos que no nos duran el año y ver tantas personas sin nada que comer o con condiciones abrumadoras.
Tanto si eres tú quien pasa necesidad como si eres quien puede ayudar a suplir la necesidad de otro, Dios te ama y quiere darte lo que necesitas. Para algunos será algo con que llenar su estómago, para otros algo con que llenar su existencia vacía. Dios te bendiga.
Daniel Ramírez
